sábado, 12 de julio de 2008

Collar de historias_Eduardo Galeano



Discurso de agradecimiento al título de primer Ciudadano Ilustre del Mercosur. 3 de julio 2008. Montevideo
Collar de historias
Eduardo Galeano
IPS

Nuestra región es el reino de las paradojas.

Brasil, pongamos por caso:
paradójicamente, el Aleijadinho, el hombre más feo del Brasil, creó las más altas hermosuras del arte de la época colonial; paradójicamente, Garrincha, arruinado desde la infancia por la miseria y la poliomelitis, nacido para la desdicha, fue el jugador que más alegría ofreció en toda la historia del fútbol; y paradójicamente, ya ha cumplido cien años de edad Oscar Niemeyer, que es el más nuevo de los arquitectos y el más joven de los brasileños. ***

O pongamos por caso, Bolivia:
en 1978, cinco mujeres voltearon una dictadura militar. Paradójicamente, toda Bolivia se burló de ellas cuando iniciaron su huelga de hambre. Paradójicamente, toda Bolivia terminó ayunando con ellas, hasta que la dictadura cayó.

Yo había conocido a una de esas cinco porfiadas, Domitila Barrios, en el pueblo minero de Llallagua. En una asamblea de obreros de las minas, todos hombres, ella se había alzado y había hecho callar a todos.

-Quiero decirles estito –había dicho- Nuestro enemigo principal no es el imperialismo, ni la burguesía, ni la burocracia. Nuestro enemigo principal es el miedo, y lo llevamos adentro.

Y años después, reencontré a Domitila en Estocolmo. La habían echado de Bolivia, y ella había marchado al exilio, con sus siete hijos Domitila estaba muy agradecida de la solidaridad de los suecos, y les admiraba la libertad, pero ellos le daban pena, tan solitos que estaban, bebiendo solos, comiendo solos, hablando solos. Y les daba consejos:

-No sean bobos –les decía-. Júntense. Nosotros, allá en Bolivia, nos juntamos. Aunque sea para pelearnos, nos juntamos. *** Y cuánta razón tenía.

Porque, digo yo: ¿existen los dientes, si no se juntan en la boca? ¿Existen los dedos, si no se juntan en la mano?

Juntarnos: y no sólo para defender el precio de nuestros productos, sino también, y sobre todo, para defender el valor de nuestros derechos. Bien juntos están, aunque de vez en cuando simulen riñas y disputas, los pocos países ricos que ejercen la arrogancia sobre todos los demás. Su riqueza come pobreza, y su arrogancia come miedo. Hace bien poquito, pongamos por caso, Europa aprobó la ley que convierte a los inmigrantes en criminales. Paradoja de paradojas: Europa, que durante siglos ha invadido el mundo, cierra la puerta en las narices de los invadidos, cuando le retribuyen la visita. Y esa ley se ha promulgado con una asombrosa impunidad, que resultaría inexplicable si no estuviéramos acostumbrados a ser comidos y a vivir con miedo.

Miedo de vivir, miedo de decir, miedo de ser. Esta región nuestra forma parte de una América Latina organizada para el divorcio de sus partes, para el odio mutuo y la mutua ignorancia. Pero sólo siendo juntos seremos capaces de descubrir lo que podemos ser, contra una tradición que nos ha amaestrado para el miedo y la resignación y la soledad y que cada día nos enseña a desquerernos, a escupir al espejo, a copiar en lugar de crear.

*** Todo a lo largo de la primera mitad del siglo diecinueve, un venezolano llamado Simón Rodríguez anduvo por los caminos de nuestra América, a lomo de mula, desafiando a los nuevos dueños del poder:

-Ustedes –clamaba don Simón-, ustedes que tanto imitan a los europeos, ¿por qué no les imitan lo más importante, que es la originalidad?

Paradójicamente, era escuchado por nadie este hombre que tanto merecía ser escuchado. Paradójicamente, lo llamaban loco, porque cometía la cordura de creer que debemos pensar con nuestra propia cabeza, porque cometía la cordura de proponer una educación para todos y una América de todos, y decía que al que no sabe, cualquiera lo engaña y al que no tiene, cualquiera lo compra, y porque cometía la cordura de dudar de la independencia de nuestros países recién nacidos:

-No somos dueños de nosotros mismos –decía -. Somos independientes, pero no somos libres.

*** Quince años después de la muerte del loco Rodríguez, Paraguay fue exterminado. El único país hispanoamericano de veras libre fue paradójicamente asesinado en nombre de la libertad. Paraguay no estaba preso en la jaula de la deuda externa, porque no debía un centavo a nadie, y no practicaba la mentirosa libertad de comercio, que nos imponía y nos impone una economía de importación y una cultura de impostación.

Paradójicamente, al cabo de cinco años de guerra feroz, entre tanta muerte sobrevivió el origen. Según la más antigua de sus tradiciones, los paraguayos habían nacido de la lengua que los nombró, y entre las ruinas humeantes sobrevivió esa lengua sagrada, la lengua primera, la lengua guaraní. Y en guaraní hablan todavía los paraguayos a la hora de la verdad, que es la hora del amor y del humor.

En guaraní, ñe'é significa palabra y también significa alma. Quien miente la palabra, traiciona el alma.

Si te doy mi palabra, me doy. *** Un siglo después de la guerra del Paraguay, un presidente de Chile dio su palabra, y se dio.

Los aviones escupían bombas sobre el palacio de gobierno, también ametrallado por las tropas de tierra. Él había dicho:

-Yo de aquí no salgo vivo.

En la historia latinoamericana, es una frase frecuente. La han pronunciado unos cuantos presidentes que después han salido vivos, para seguir pronunciándola. Pero esa bala no mintió. La bala de Salvador Allende no mintió.

Paradójicamente, una de las principales avenidas de Santiago de Chile se llama, todavía, Once de Setiembre. Y no se llama así por las víctimas de las Torres Gemelas de Nueva York. No. Se llama así en homenaje a los verdugos de la democracia en Chile. Con todo respeto por ese país que amo, me atrevo a preguntar, por puro sentido común: ¿No sería hora de cambiarle el nombre? ¿No sería hora de llamarla Avenida Salvador Allende, en homenaje a la dignidad de la democracia y a la dignidad de la palabra?

*** Y saltando la cordillera, me pregunto: ¿por qué será que el Che Guevara, el argentino más famoso de todos los tiempos, el más universal de los latinoamericanos, tiene la costumbre de seguir naciendo? Paradójicamente, cuanto más lo manipulan, cuanto más lo traicionan, más nace. Él es el más nacedor de todos.

Y me pregunto: ¿No será porque él decía lo que pensaba, y hacía lo que decía? ¿No será que por eso sigue siendo tan extraordinario, en este mundo donde las palabras y los hechos muy rara vez se encuentran, y cuando se encuentran no se saludan, porque no se reconocen? *** Los mapas del alma no tienen fronteras, y yo soy patriota de varias patrias. Pero quiero culminar este viajecito por las tierras de la región, evocando a un hombre nacido, como yo, por aquí cerquita.

Paradójicamente, él murió hace un siglo y medio pero sigue siendo mi compatriota más peligroso. Tan peligroso es que la dictadura militar del Uruguay no pudo encontrar ni una sola frase suya que no fuera subversiva, y tuvo que decorar con fechas y nombres de batallas el mausoleo que erigió para ofender su memoria.

A él, que se negó a aceptar que nuestra patria grande se rompiera en pedazos; a él, que se negó a aceptar que la independencia de América fuera una emboscada contra sus hijos más pobres,
a él, que fue el verdadero primer ciudadano ilustre de la región, dedico esta distinción, que recibo en su nombre.

Y termino con palabras que le escribí hace algún tiempo: 1820, Paso del Boquerón. Sin volver la cabeza, usted se hunde en el exilio. Lo veo, lo estoy viendo: se desliza el Paraná con perezas de lagarto y allá se aleja flameando su poncho rotoso, al trote del caballo, y se pierde en la fronda.

Usted no dice adiós a su tierra. Ella no se lo creería. O quizás usted no sabe, todavía, que se va para siempre.

Se agrisa el paisaje. Usted se va, vencido, y su tierra se queda sin aliento.

¿Le devolverán la respiración los hijos que le nazcan, los amantes que le lleguen? Quienes de esa tierra broten, quienes en ella entren, ¿se harán dignos de tristeza tan honda?

Su tierra. Nuestra tierra del sur. Usted le será muy necesario, don José. Cada vez que los codiciosos la lastimen y la humillen, cada vez que los tontos la crean muda o estéril, usted le hará falta. Porque usted, don José Artigas, general de los sencillos, es la mejor palabra que ella ha dicho.

Eduardo Galeano, escritor y periodista uruguayo, autor de Las venas abiertas de América Latina, Memorias del fuego y Espejos/Una historia casi universal.

domingo, 6 de julio de 2008

¿VICTORIA DE OBAMA? ¿DE QUÉ ALCANCE?

mmanuel Wallerstein

La Jornada-Inestco

El gran interrogante es qué tan lejos llegará para desmantelar las estructuras estatales cuasi policiacas que el régimen de Bush instituyó bajo la cobertura de una guerra contra el terrorismo.

Que nadie lo subestime. Barack Obama ha ganado en grande. Ha ganado no sólo la nominación demócrata a la presidencia. Va a barrer en las elecciones con una gran mayoría del Colegio Electoral y un incremento considerable en la fuerza demócrata en ambas cámaras del Congreso. Antes de que analicemos qué tan lejos llegará, o podrá llegar –es decir, qué tanto cambio significa esto–, debemos mostrar qué tan real es su triunfo electoral.

En la demasiado prolongada competencia entre él y Hillary Clinton, tanto las encuestas como los resultados mostraron que cada uno de ellos era más fuerte en ciertas categorías de votantes. Obama tenía mayor fuerza entre los más jóvenes, los más educados, por supuesto entre los afroestadunidenses, y entre los situados políticamente más a la izquierda. Pero también le resultó más atractivo a los votantes independientes o a los republicanos que prefirieron votar por un demócrata. Clinton tuvo más fuerza con los más viejos, con los de menor educación, con las mujeres por supuesto, con los latinos y con los situados en lo político más en el centro.

Sin embargo, la decisión real fue la de los superdelegados. Y ellos votaron sobre una base muy diferente. Parecen haber estado convencidos de que sería un candidato más fuerte y que podría ganar aun en algunas áreas tradicionalmente republicanas. O aún si no ganara en la mayoría de esos estados, podría ayudar a ganar a los candidatos demócratas al Congreso. Es bastante sorprendente que, justo en esos estados, haya obtenido gran respaldo de los superdelegados, muchos de los cuales, individualmente, estaban entre los líderes demócratas más centristas, menos orientados hacia la izquierda. Dado que estos superdelegados estaban anclados a sus situaciones locales, algo nos dicen de las realidades políticas estadunidenses de 2008.

Acabo de terminar un análisis comparando de la fuerza de John McCain estado por estado en las encuestas más recientes, con la proporción de votos reales de Bush en 2004. En 45 de 50 estados, McCain es más débil, con frecuencia mucho más débil, de lo que era Bush. Por supuesto, si Bush ganó un estado por amplio margen, McCain podría ganar con un margen menor. Pero en los estados donde la competencia fue cerrada en 2004, la ola está en favor de Obama.

Es más, debemos percatarnos de que McCain se encuentra ahora en el clímax de su fuerza. El Partido Demócrata se reunifica y está hambriento de triunfo. Obama no perderá casi ninguno de los porcentajes demócratas tradicionales entre las mujeres y los judíos. Incrementará el porcentaje nacional entre los latinos y logrará incluir a un gran número de jóvenes y afroestadunidenses que de otro modo no habrían votado. Conseguirá también los votos de un número considerable de independientes y de republicanos desilusionados con Bush. La gente que votará contra Obama porque es afroestadunidense ya desde antes iba a sufragar por los republicanos. Este punto ya quedó atrás, no está frente a él.

Los republicanos, por otro lado, están profundamente divididos y son bastante morosos. La derecha cristiana no confía en McCain, y hasta ahora va con pies de plomo. Y olvidamos muy fácilmente la defección de los libertarios. Ron Paul planea una lucha en la convención. Y aunque por supuesto la perderá, sus simpatizantes están ya descontentos. Como Bob Barr compite por el partido libertario, muchos de los simpatizantes de Paul votarán por él. Barr puede ser para McCain en 2008 lo que Nader fue para Gore en 2000 –lo suficientemente fuerte como para negarle algunos cuantos estados. Y en general, la línea de McCain respecto de la economía estadunidense que se hunde es algo que le va a hacer perder mucho del respaldo que supone obtener entre los llamados demócratas reaganianos.

Si uno analiza la situación en detalle, estado por estado, el único que votó por los demócratas en 2004 en el cual McCain parece ser competitivo hoy es Michigan. Los estados que Bush ganó en 2004 en los cuales Obama es competitivo son numerosos –Ohio, Indiana, Iowa, Misuri, Nuevo México, Colorado, Virginia y tal vez Nevada, Carolina del Norte y Montana. Está haciéndola tan bien en Misisipi que los republicanos tendrán que invertir dinero y tiempo en hacer campañas ahí. Si Obama ganara en todos los estados competitivos excepto en Michigan, tendría entre 310 y 333 votos electorales. Y necesita 270.

El cuadro se ve mejor en las competencias para el Senado, donde los demócratas podrían ganar en algunos estados en los que Obama puede no lograrlo –por ejemplo en Kentucky, donde el líder de la minoría republicana en el Senado está en serios problemas pese a ser un estado muy republicano.

Entonces, ¿qué significa todo esto? Obama no está planeando ningún vuelco revolucionario de la política estadunidense. Está rodeado de muchos políticos y asesores demócratas convencionales. Pero será impulsado al poder por una ola de entusiasmo por el cambio que Estados Unidos no había visto desde la elección de Kennedy. Es cierto que no podrá hacer mucho en la escena mundial, pese al hecho de que será vitoreado por el resto del mundo. Hoy, la anarquía geopolítica global está mucho más allá del control de cualquier presidente estadunidense.

Pero será empujado a realizar importantes cambios dentro de Estados Unidos. Por supuesto, la mera elección de un afroestadunidense representará un notable cambio cultural, y no dejará de tener gran impacto. Sus electores esperan que internamente, Obama lance el equivalente de otro Nuevo Trato —cobertura de atención a la salud, restructuración fiscal, creación de empleos, salvamento de las pensiones. Qué tanto pueda hacer dependerá en parte de la recesión global, que está en gran medida más allá de su control, pero aun un liderazgo tan fuerte puede jugar un papel importante, solamente hasta cierto punto. El ejemplo de Roosevelt nos muestra eso.

La gran interrogante es qué tan lejos llegará para desmantelar las estructuras estatales cuasi policiacas que el régimen de Bush instituyó bajo la cobertura de una guerra contra el terrorismo. Esto implica mucho más que nombrar mejores jueces. Significa una revisión radical de la legislación y de las políticas ejecutivas, y sacar a la luz del día las reglas y prácticas ultrasecretas. Mucho puede hacerse, como sabemos, a partir de lo que se logró en los 70 respecto de los ámbitos de la CIA y la FBI. Pero la situación es mucho peor ahora y requiere más. La historia puede muy bien juzgar a Obama, sobre todo en relación a lo que logre en este terreno. Hasta ahora ha permanecido bastante en silencio al respecto.

Obama ha ganado en grande. Su elección marcará –marcará, no causará– el fin de la contrarrevolución de la derecha mundial de los 80. Él ha rencendido la esperanza y ha creado el espacio para un mundo más progresista pero dicho espacio se encuentra estructuralmente constreñido por las limitantes de un sistema-mundo más anárquico que nunca. La cuestión básica no es si podrá transformar el mundo o restaurar el liderazgo estadunidense en el sistema-mundo –no hará ni lo uno ni lo otro–, sino si hará todo lo posible para permitirnos a todos impulsar nuestra vía hacia delante. Aun si esto es menos de lo que el mundo desearía que hiciera.

Traducción: Ramón Vera Herrera

© Immanuel Wallerstein