domingo, 11 de mayo de 2008

ANÁLISIS DE LA POLÍTICA: Del poder en la sociedad hacia el Estado y el Sistema Político

Edgar Alberto Zamora Aviles
Ciencia Política UN
Febrero de 2008
Presentación

El presente ejercicio intenta realizar una lectura de los enfoques Sistémico, del Estado, y de Poder en cuanto al análisis de la política y exponer las relaciones existentes y las diferencias entre éstas. Partiremos de que existen dos maneras de analizar la política, el enfoque Sistémico y el enfoque que retoma la categoría Estado y que, lo que podría ser un enfoque distinto, el del Poder, no lo es en cuanto tal.

Para realizar este ejercicio hemos arriesgado la siguiente hipótesis de navegación: En el análisis de la política pueden encontrarse dos enfoques diferenciados, el que retoma como categoría central al Sistema Político y el que retoma como categoría central al Estado; estos enfoques pretenden dar cuenta de las estructuras y actores que intervienen en la esfera política de una sociedad, razón por la cual evitan quedarse en un análisis estático o inmóvil y, tienen la pretensión -valga decir necesaria- de logar un entendimiento dinámico de la política en donde se muestre a los diferentes elementos interactuando; precisamente, es a partir de esta pretensión que se hace necesario un análisis del poder en las sociedades pues éste es el que brinda la posibilidad de articular los diferentes elementos del Sistema Político o, en el caso del Estado, permite ver las estructuras Estatales y sociales interactuando; de esta manera, el análisis del poder o su concepción en una sociedad dada es el que brinda fundamento a cada uno de los enfoques y, recíprocamente, será la concepción del poder en la sociedad la que establezca las diferencias entre un análisis de la política Sistémico o uno que retome la categoría Estado.

Este ensayo articula el desarrollo de esta hipótesis en dos partes, una primera en la cual se retomará un análisis sistémico de la política, el elaborado por David Easton; una segunda parte la constituye el análisis de la sociedad que retoma la categoría de Estado que realiza Pierre Bourdieu.

Introducción

Un análisis como el que se sugiere debe, necesariamente, estar situado histórica y socialmente[1] pues, atendemos a que las formas de pensamiento no se encuentran en lo abstracto; mas aún, esta discusión entre Sistema Político y Estado atiende, en general, a las transformaciones históricas del capitalismo (nos estamos refiriendo al paso del modo de producción fordista hacia el modo de producción posfordista que no es el tema de este ensayo) y en particular, a la relación entre el saber y el poder o la carga valorativa de los académicos dentro de la joven Ciencia Política.

En este sentido, es muy útil traer las consideraciones que Borón[2] realiza, el problema de repensar el estado actual de la ciencia política desde su raíz tiene que ver con la relación entre sociedad, historia y teoría política:

"Para tratar de comprender esta aberrante anomalía [el desplazamiento del Estado como categoría de análisis] resulta indispensable examinar la relación dialéctica entre sociedad, historia y teoría política: es allí donde se encuentran las claves para descifrar la conformación y crisis de los sucesivos “paradigmas” de las ciencias sociales, fuertemente influenciados por la gravitación que diferentes tradiciones intelectuales y políticas ejercen en distintos tipos de sociedades." (Borón, 2003: 265-266).

Por esta razón, el análisis de la política desde el Estado o desde el Sistema Político tendrá que ver necesariamente con las interpretaciones del poder en una sociedad, con su distribución impersonal e igual entre todos o con la concentración, sino totalmente, de una buena cantidad de recursos en el Estado.

El Sistema Político de Easton y el Poder Distribuido

Easton[3] es un teórico que marca un punto de inflexión en el debate acerca de la ciencia política, su objeto de estudio y su metodología[4]; su pregunta de trabajo es cómo persisten los sistemas a pesar de los desafíos que le imponen las perturbaciones provenientes del ambiente (Easton: 216-217).

La definición de sistema que el autor plantea es muy genérica: “cualquier conjunto de variables independientemente del grado de relación existente entre ellas” (Easton: 221), sin embargo, ésta es aterrizada cuando define el sistema político en términos de sus funciones o variables esenciales: “Todos los sistemas políticos se caracterizan por el hecho de que para describirlos como persistentes, tenemos que atribuirles el cumplimiento exitoso de dos funciones: asignar valores para una sociedad, y lograr que la mayoría de sus miembros acepten estas asignaciones como obligatorias por lo menos la mayor parte del tiempo”(Easton: 223).

Pero ¿Cómo es que se comunican sistema y ambiente? Ante esta pregunta el autor responde con dos conceptos: el de insumos (inputs) y productos (outputs). El primero funciona como variable resumen de la variada gama de perturbaciones y está referido a todo acontecimiento externo que altere o modifique al sistema en alguna medida (Easton: 226); los principales insumos son las demandas y los apoyos, estos últimos aseguran las funciones esenciales del sistema. El segundo concepto, el de productos, designa la comunicación del sistema hacia el ambiente[5].

Para cerrar su cuadro teórico, Easton nos propone un modelo dinámico de sistemas. Con el concepto de circuito de retroalimentación (feedback loop)[6], se explica que el sistema “aprovecha lo sucedido procurando modificar en consecuencia la conducta futura”, y también, controla la posible tensión creando insumos de apoyo para mantenerse en un nivel mínimo (Easton: 228).

A pesar del instrumental conceptual de Easton, como son las personas las que interactúan en el sistema político, las que realizan las demandas y las que producen los otputs (en este caso las autoridades), queda abierta la pregunta por una explicación de cómo se agencian las demandas, y cómo lograr una respuesta a ellas desde las autoridades; en otras palabras, ¿Cómo es que una persona o un grupo social puede posicionar una demanda en la agenda pública? y ¿Cómo es que podría, eventualmente, conseguir que la respuesta dada sea satisfactoria –es decir posicionar una respuesta o output?.

En Robert Dahl podemos encontrar un análisis del poder que logra abordar estas preguntas y complementa la concepción de la sociedad que se encuentra implícita en estos postulados sistémicos anglosajones. Desde un enfoque sistémico empírico propone un análisis del poder –influencia o términos de influencia como prefiere llamarlo[7]. Define al sistema político como un “modelo de relaciones humanas que involucra en un grado significativo, control, influencia, poder o autoridad” (Dahl: 13).

Dahl realiza una critica a “la falacia de la suma del poder”, en la cual, el poder sería una masa que se posee o no –en un juego de suma cero- y pasa a considerar el poder como distribuido en toda la sociedad de manera desigual de acuerdo a una analogía con la riqueza –al estilo de Parsons-; esta última posición solo sería explicable como una posición ideológica desde el pluralismo que quiere mostrar en EEUU.

Se afirma de manera general que “A influencia a B en la medida en que modifica de algún modo los actos o la predisposición de B”, pero, de acuerdo a como lo plantea Lukes[8] es importante complementar esta definición con lo que el autor propone en The Concep of Power (1975), y que mueve su definición hacia el campo relacional, esto es, que tal definición implica “una tentativa coronada por el éxito por parte de A de conseguir que a [en este caso B] haga algo que, de otra manera, no haría” (Lukes: 5). Finalmente, la desigual distribución del poder en una sociedad se explica a partir de individuos aislados, y sus decisiones alrededor de unos recursos políticos propios.

Nótese que en las definiciones que presenta el autor, aunque parte de relaciones humanas y relaciones de poder, éstas no son analizadas mas que en términos de la individualización de la acción, e insiste en las puras decisiones de los actores y en la consciencia de los actos de éstos, es decir que, está centrado en un análisis del comportamiento (de acuerdo al individualismo metodológico y de contenido predominante en la Political Science) antes que de la relación entre actores.

Así, tenemos una sociedad donde el poder esta desigualmente distribuido entre individuos y/o grupos sociales que utilizan sus recursos para posicionar tanto las demandas en la agenda pública como las posibles respuestas que del sistema político resulten –respuestas de las autoridades que hablan a nombre del sistema político.

En esta exposición teórica de Easton y de Dahl, queda como pregunta fundamental por qué no se discute con el Estado; este problema, como bien lo apunta Borón, es un problema que ya está resuelto desde el momento en que se considera que el poder en las sociedades se encuentra distribuido entre todos y no existe un alguien o un algo (como el Estado) que pueda concentrarlo.

Estado y Poder Simbólico[9]

El esfuerzo teórico de Pierre Bourdieu se enmarca en proponer un modelo de emergencia del Estado; sin embargo, el estado sigue siendo indeterminado, por lo menos de antemano: “el Estado es una X (a determinar) que reivindica con éxito el monopolio del uso legítimo de la violencia física y simbólica en un territorio determinado y sobre el conjunto de la población correspondiente” (Bourdieu, Génesis del…).

Este autor analiza la sociedad en términos de campos sociales[10], pero este mundo social es fruto de “luchas simbólicas, inseparablemente cognitivas y políticas, por el conocimiento y reconocimiento en las que cada cual busca imponer como legítimos los principios de la elaboración de la realidad social más favorables a su ser social (individual y colectivo)” (Bourdieu, 1999: 246).

Entre estos campos sociales, el burocrático reviste especial importancia para Bourdieu en la medida en que es el campo desde donde se establecen las visiones “oficiales” del mundo; como el Estado es el detentador del monopolio de la violencia simbólica legítima, es el lugar en donde se ubica la clase dominante[11], para imponer legítimamente su visión del mundo, sus representaciones simbólicas; el Estado permite el reconocimiento de una visión del mundo, que de hecho por su propia existencia ya impone límites a la lucha de clases, los hechos pasan de ser contingentes, oficiosos u ocultos, a tener el status de oficiales, conocidos y reconocidos por todos, publicados y públicos (Bourdieu, 1999: 245).

De esta manera, mas allá de los diferentes capitales, campos sociales y su análisis –que no es un tema de competencia en este ensayo-, el campo del poder y en particular el capital y el poder simbólicos revisten importancia para nosotros en la medida en que, son los conceptos que le permiten al autor generar una teoría dinámica con la cual explicar la sociedad, ya que el Estado es el monopolizador de un meta-capital propio:

"El Estado es el resultado de un proceso de concentración de diferentes especies de capital, capital de fuerza física o de instrumentos de coerción (ejército, policía), capital económico, capital cultural o, mejor, informacional, capital simbólico, concentración que, en tanto tal, constituye al Estado en detentor de una suerte de meta-capital que da poder sobre las otras especies de capital y sobre sus detentores. La concentración de diferentes especies de capital (que va a la par de la construcción de los diferentes campos correspondientes) conduce, en efecto, a la emergencia de un capital específico, propiamente estatal, que permite al Estado ejercer un poder sobre los diferentes campos y sobre las diferentes especies particulares de capital y, en particular, sobre la tasa de cambio entre ellas (y al mismo tiempo, sobre las relaciones de fuerza entre sus detentores). Se sigue que la construcción del Estado va de la mano de la construcción del campo del poder entendido como el espacio de juego en el interior del cual los detentores de capital (de diferentes especies) luchan especialmente por el poder del Estado, es decir sobre el capital estatal que da poder sobre las diferentes especies de capital y sobre su reproducción (a través, principalmente, de la institución escolar). (Bourdieu, Génesis del…)

Pero, este meta-capital, al ser reconocido y legitimado, se transforma en capital y poder simbólicos[12]:

"Todo remite a la concentración de un capital simbólico de autoridad reconocida que, ignorado por todas las teorías de la génesis del Estado, aparece como la condición o, por lo menos el acompañamiento de todas las demás formas de concentración si es que deben tener cierta duración. .. Se deduce que el Estado, que dispone de medios para imponer e inculcar principios durables de visión y de división conformes a sus propias estructuras, es el lugar por excelencia de la concentración y del ejercicio del poder simbólico." (Bourdieu, Génesis del…)

En suma, se evidencia que el análisis de Bourdieu, que retoma como categoría de análisis para lo político al Estado, no es ajeno a la necesidad de hilar el andamiaje estructural por medio de una teoría del poder, en su caso el poder simbólico, que puede intuirse, se aproxima al poder político: “La lucha política es una lucha cognitiva (práctica y teórica) por el poder de imponer la visión legítima del mundo social, o, mas precisamente, por el reconocimiento, acumulado en forma de capital simbólico de notoriedad y respetabilidad, que confiere autoridad para imponer el conocimiento legítimo del sentido del mundo social, su significado actual y la dirección en la que va, y debe ir” (Bourdieu, 1999: 244).

A manera de Conclusiones

“El Estado y la organización de la sociedad, desde un punto de vista político, no son
dos cosas diferentes. El estado es la organización de la sociedad.”
MARX
Podemos retomar en este apartado las discusiones acerca de lo que podríamos llamar análisis centrados en la sociedad y análisis centrados en el estado, que adelantan Borón y Bob Jessop[13]. La argumentación de Borón puede situarse desde el uso que hace de la crítica de Miliband a la tradición anglosajona:

"Una teoría del Estado es también una teoría de la sociedad y de la distribución del poder en esa sociedad. Pero la mayoría de los “estudiosos de la política” occidentales, a juzgar por sus obras, argumentan, a partir del supuesto de que el poder, en las sociedades occidentales, es competitivo y está fragmentado y difuso: todo el mundo, directamente o a través de grupos organizados tiene algún poder y nadie posee una cantidad excesiva del mismo. En estas sociedades, los ciudadanos disfrutan del sufragio universal, elecciones libres y regulares, de instituciones representativas, de derechos ciudadanos efectivos… y así los individuos, como los grupos, hacen amplio uso de estos derechos, bajo la protección de la ley, de un poder judicial independiente y de una cultura política libre."[14]

Desde este referente conceptual que ofrece Borón se puede examinar el caso de las tesis de Easton y Dahl donde ambos parten de una concepción de la sociedad como pluralista, como libre y con capacidad de agenciar autónomamente los proyectos e iniciativas políticas que les sean propios, una sociedad donde el poder esta esparcido entre todos los individuos y los grupos sociales; de allí que Dahl -con su poliarquía como referente normativo- se centre en una sociedad constituida por individuos atomizados y arrancados de los lazos sociales que toman decisiones autónomas sobre la utilización de sus recursos sin ninguna especie de constricción.

Desde el análisis de Jessop acerca de los desarrollos recientes de las teorías del Estado, se apunta a la misma vía de análisis de Borón al plantear que una de las críticas que dinamizó la discusión académica fue considerar que el Estado o el Sistema Político y la sociedad “son mutuamente excluyentes y autodeterminados, que se pueden estudiar aisladamente y que los análisis resultantes se pueden yuxtaponer para dar una explicación completa” (Jessop: 107).

Proponiendo tentativamente una agenda de trabajo académica, Jessop nos trae de vuelta al punto de partida de este ensayo, las relaciones de poder dentro la sociedad son las que van establecer diferencia a la hora de abordar la política: “Finalmente, esto sugiere que una teoría del Estado adecuada, solo puede producirse como parte de una teoría mas amplia de la sociedad” (Jessop: 125).

Las reformulaciones (de Borón y de Jessop) de la tesis de Marx que aparece como epígrafe de este apartado, parecen confirmar la hipótesis que ha guiado este ejercicio; el enfoque del Estado y el enfoque sistémico de la política se diferencian, de manera general, en cuanto a la concepción de la sociedad y, en particular de la manera como se describe al poder en la sociedad –en el caso de la política, sin duda, el horizonte que interesa es el del ejercicio del poder político.

Pero, surge una preocupación al respecto de la afirmación de nuestra hipótesis; se había planteado que existían dos enfoques diferenciados para estudiar la política y que éstos eran efectivamente diferentes atendiendo a las consideraciones que sobre el poder en una sociedad se hacían; sin embargo, ¿Puede sostenerse que existen dos análisis diferentes de la política ó, por el contrario, solamente existe un enfoque para abordar la política: el del poder?

Dentro del análisis de la política nos interesa es el análisis del ejercicio del poder político en particular y no del poder en general; dentro de este límite lo que va a aparecer como sujeto de la política, ya sea el Estado o el Sistema Político, es lo que va a diferenciar los análisis, ya que con una postura que retome al Estado tendremos que hablar de ciertos niveles de concentración del poder y con el sistema político nos es posible hablar de dispersión e impersonalidad.

Por esta razón considero que lo que hace la diferencia es la categoría que se ponga en el centro del ejercicio del poder político, si bien esta ya esta cuasi definida desde el momento mismo en el que se plantea una sociedad organizada alrededor del estado -incluso sin desconocer otros centros de producción de sentido- o dispersa con un todo vale y todo es posible donde el sistema político aparece como el indicado.
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[1] A propósito véase la posición de Herrera en cuanto al método en, HERRERA, Miguel (2000). Los Laberintos del Método. En: HERRERA, Miguel (2000). Participación y Representación Política en Occidente. Bogotá: CEJA-Pontificia Universidad Javeriana.
[2] BORÓN, Atilio (2003). Estadolatría y Teorías “Estadocéntricas”: Notas sobre Algunos Análisis en el Capitalismo Contemporáneo. En: BORÓN, Atilio (2003). Estado, Capitalismo y Democracia en América Latina. Buenos Aires: CLACSO.
[3] EASTON, David. Categorías para el Análisis Sistémico de la Política. En: EASTON, David (comp.). Enfoques sobre Teoría Política. Buenos Aires: Amorrortu editores.
[4] A este respecto hay que decir que Easton es considerado como parte de los fundadores de la Ciencia Política; pero tampoco seamos tan generosos, lo que Easton y otros autores hacen es establecer una manera de entender la política que no esta por fuera de cargas valorativas; la Political Science es una manera de entender la política que se reclama el título de Científica sin que por esto sea la única –que es como se ha pretendido mostrarla.
[5] La relación sistema-ambiente se da a través de enlaces de la forma Insumo-Producto.
[6] El circuito de retroalimentación esta compuesto de los siguientes elementos: 1) elaboración de los productos por parte de las autoridades; 2) Respuestas de los miembros de la sociedad a esos productos; 3) Comunicación a las autoridades de la información relativa a las reacciones y, 4) Posibles resoluciones posteriores de las autoridades.
[7] Para el autor “poder, influencia, autoridad, control, persuasión, poderío, fuerza y coerción” son –“por comodidad”- “términos de influencia”. Además, unas líneas después afirma que usará influencia o poder como si fueran intercambiables y completa diciendo: “los términos de influencia se limitan a las relaciones entre actores humanos”. DAHL, Robert (1985). Análisis Político Actual. Buenos Aires: Universitaria. pp. 38 y 40.
[8] LUKES, Steven (1985). El Poder. Un Enfoque Radical. Madrid: Siglo XXI de España Editores.
[9] Las consideraciones expuestas a continuación están basadas en los siguientes textos: BOURDIEU, Pierre. Génesis y Estructura del Campo Burocrático. Consultado en: http://pierre-bourdieu-textos.blogspot.com/2006/07/gnesis-y-estructura-del-campo.html , Febrero 6 de 2008 a las 20:00 horas; BOURDIEU, Pierre (2000). Sobre el Poder Simbólico, En: BOURDIEU, Pierre. Poder, Derecho y Clases Sociales. Bilbao: Desclée de Brouwer; BOURDIEU, Pierre (1999). Meditaciones Pascalinas. Barcelona: Anagrama.
[10] Estos campos se caracterizan por ser un espacio limitado, de lucha, definido mediante regularidades de conducta y reglas aceptadas, presenta momentos de crisis coyunturales en las cuales se ponen en cuestión las reglas de juego con las que hasta el momento funciona el campo y, por último, por ser un espacio en donde la distribución de fuerzas es desigual MORALES de SETÍEN RAVINA, Carlos (2000). Pierre Bourdieu: la realidad no visible de la realidad formal, En: BOURDIEU, Pierre y TEUBNER, Gunther. La Fuerza del Derecho. Bogotá: Uniandes/Instituto Pensar/Siglo del Hombre. p. 62.
[11] La clase dominante es el lugar de una lucha por la jerarquía de los principios de jerarquización (Bourdieu. 2000: 95).
[12] El capital simbólico “no es una especie particular de capital, sino aquello en lo que se convierte cualquier especie de capital en tanto que capital, es decir, en tanto que fuerza, poder o capacidad de explotación (actual o potencial) y por lo tanto reconocida como legítima. Más precisamente, el capital existe y actúa como capital simbólico…” (Bourdieu, 1999: 319).
[13] BORÓN, Atilio. Op. Cit.; JESSOP, Bob (1999). Desarrollos Recientes en la Teoría del estado. En: JESSOP, Bob (1999). Crisis del Estado de Bienestar. Bogotá: Siglo del Hombre Editores.
[14] MILIBAND, Ralph (1970). El Estado en la Sociedad Capitalista. México: Siglo XXI. p. 4. En: BORÓN: 266.

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